El tigre de la montaña

luterio

Manos al trabajo, uñas a tierra, fuerza al campo, grito a sierra. No es sólo una jornada, es la vida diaria, demanda esfuerzo, tesón, constancia. Eso es LUTERIO, a sus 63 años sortea diariamente las exigencias de la vida en el campo, trepa espigados árboles de aguacate con  vara en mano  y un saco terciado al pecho para alcanzar sus frutos, arranca ñame, malanga, y yuca a pulso, algo que para él se constituye en una oda a su cotidianidad, casi como lo que para cualquier citadino significa ir a la tienda o montar en bus para ir al trabajo.

Desde sus escasos 1,60m de estatura Luterio ve el mundo de una forma particular, vive a lo ancho de sus posibilidades, disfruta el aire fresco y la comida sana. Entiende los beneficios de su estilo de vida y acepta lo dura que puede llegar a ser la soledad.

Luterio sonríe mientras recuerda que el nombre de Tosnovan hace alusión a un lugar a donde “Todos No van”. Sumergido en la serranía “Tosnovan” se constituye en el “pequeño” mundo que Luterio escogió vivir, en el cual aprendió a encontrar alimento, trabajo y compañía.  

Este lugar encierra una atmósfera especial, los picos nevados de la sierra se avistan a la distancia, imponentes al alba. Con los primeros colores del amanecer, entre el cantar de los gallos y el rugir de los monos aulladores Luterio cuenta historias y anécdotas de sus únicos acompañantes, la vaca pinturina a la que no le caen bien los forasteros o alguna travesura de Piojito, Capón, Pacho o Muñeco los 4 burros que le acompañan.

Fue en un mes de junio la primera vez que visité “tosnovan”, me palpitaban los pies entumecidos en las humedas botas punta de hierro que me presto Marcos, un viejo amigo que tengo en El Copey Cesar y que advirtiendo la distancia que recorrería me aconsejo que no fuera en tenis,  experimentado hombre de campo a quien no iba a contrariar un novicio como yo.

Desde la finca la envidia se divisa apenas milimétrica la palma de vino que señala donde se encuentra TOSNOVAN, los lugareños la observan con respeto,  bromean con su lejanía y cuentan que algunas veces, incluso en horas del mediodía aparece por la cañada y a pies descalzos LUTERIO.

Paso a paso, gota a gota, rompiendo en el rocío, nadando en el alba, muy temprano esa mañana, aun en la oscuridad partimos tres hacia el reino de tosnovan, la envidia en la lejanía y abrimos paso entre montañas a nuestro destino, algunos quedaron atrás, porque muy pocos llegan al reino donde Todos no van.

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